Aunque a menudo se piensa que el habla y el lenguaje son lo mismo, son dos aspectos distintos del habla. El habla se refiere al sonido de las palabras habladas, la formación de sonidos, su ritmo y fluidez. El lenguaje implica las palabras específicas que usamos y cómo las usamos para expresar nuestros deseos e ideas. Existen varios tipos de trastornos del habla, entre ellos: • Los trastornos de la articulación se caracterizan por dificultad para emitir sonidos o una pronunciación muy incorrecta de las palabras, hasta el punto de que los demás no pueden entender lo que se dice. • Los trastornos de la fluidez incluyen la interrupción del flujo del habla. La forma más común de este problema es la tartamudez, en la que el ritmo del habla se interrumpe por pausas inusuales, repetición de palabras parciales o sonidos o sílabas prolongados. • Los trastornos de la resonancia, o de la voz, se relacionan con problemas con el tono, la calidad o el volumen de la voz. Estas alteraciones distraen a quienes escuchan de lo que se dice y también pueden ser una fuente de dolor o malestar para el niño. Los trastornos del lenguaje se clasifican en receptivos o expresivos. Un niño con un trastorno receptivo tiene dificultad para comprender y procesar lo que dicen los demás. Los trastornos expresivos se manifiestan por dificultades para combinar palabras y formar pensamientos coherentes, un vocabulario limitado o un desarrollo insuficiente de las habilidades pragmáticas del lenguaje. Estas habilidades incluyen lo que se dice y cómo se dice, así como la comunicación no verbal, como el contacto visual y el lenguaje corporal.